domingo, 26 de junio de 2011

serie ¿Como Ocurre el Enfriamiento espiritual?

III.- El regreso a la cautividad y el endurecimiento del corazón.


La Biblia, la Palabra de Dios nos advierte una y otra vez a guardar nuestro corazón porque del corazón mana la vida (Proverbios 4:23), pero ya a estas alturas del juego nuestro corazón solo desfallece y prácticamente está muerto. Sus latidos son débiles e inconstantes, literalmente ya no nos importa hacer nada por salvarlo, simplemente lo hemos abandonado y nos entregamos a lo que venga. Cuando hablamos del corazón estamos hablando de nuestra vida espiritual, del estado y condición de nuestra vida espiritual.  Cuánta diferencia hay entre el primer estado y el postrero; no tenemos un sólo punto de comparación, nuestra mente está enajenada por la incredulidad y las concupiscencias de la vida y sobre todo eso los ataques demoníacos no cesan de acosarnos cada vez que pueden, vez tras vez estamos sometidos a una vida de pecado y desobediencia total y abierta, nos encontramos sin poder y totalmente desprovistos de la fuerza de Dios que sólo puede estar presente en una vida de santidad y de entrega total a Su voluntad. 
Nuestras visitas a la iglesia son contadas en un año quizás solo dos veces o tres veces, pero ya no vamos a la iglesia donde iniciamos nuestra vida de creyentes ya que sabemos que no deseamos ningún tipo de compromiso con el Señor ni con Su Palabra.  Estamos cautivos y prisioneros del pecado y nos entregamos sin ningún tipo de remordimiento al mundo, la carne y a los abusos del diablo. 
Este proceso destructivo y maligno se produce en medio de un clima de incredulidad y de falta de temor a Dios, la consciencia se ha cauterizado y ha creado su propio código de vida y de conducta, nos auto engañamos auto complaciéndonos y quedamos atrapados en nuestras propias trampas y escondrijos.   Una vez más estamos en el mundo y en una vida desenfrenada de pecado y disolución. Estamos presos de nuestros delitos y pecados pero ya no nos afecta, no nos causa ningún tipo de remordimiento y mucho menos de arrepentimiento.  Hemos creado nuestro propio código de conducta y de moral. Nos decimos a nosotros mismos que mientras no hagamos mal a nadie y seamos “sinceros” con aquellos que compartimos nuestra vida desenfrenada estaremos bien de forma tal que nos hacemos creer que somos más que correctos al ser honestos con nosotros mismos y con los demás. 
Regresar a la vida de pecado y desenfreno es un proceso lento y muchas veces agotador, pero una vez que nuestras convicciones han sido destrozadas por nuestra falta de temor a Dios y sobre todo por nuestro desamor a Dios entonces el estado final de las cosas es muy triste y complicado.  El sistema demoníaco que impera en el mundo nos arrastra sin compasión y destruye todo lo que se opone o se levanta en su camino.  Muchas veces las primeras víctimas de este estado de vida pecaminosa son el cónyuge y luego los hijos finalizando con la familia en su totalidad. Nuestro corazón está cautivo y atrapado en las garras del pecado y en las prisiones de vicios y pecados del sistema demoníaco que impera en la humanidad.  La libertad a la que Cristo nos llama es sólo un sueño y llegamos a creer que vivir como un cristiano victorioso, lleno del Espíritu Santo es sólo un mito. 
El ingreso al mundo se produce lentamente y sin prisa, en algunos casos es violento y rebelde, callamos nuestra conciencia y damos pasos cada vez más comprometedores y de riesgo en nuestras vidas con relación al pecado y a sus consecuencias.  Inicialmente somos medidos en la vida desenfrenada que llevamos y nos contaminamos sólo cuando es totalmente necesario, poco a poco se comienza un hábito de vida y este hábito nos lleva a otro mayor y más peligroso. Es como descender por una escalera inmoral y de muerte espiritual cada vez más oscura y tenebrosa. 
Dentro de esta escalera de inmoralidad y de muerte espiritual por lo general y así es como Cristo mismo lo dijo están los pecados sexuales, que son los que tienen el porcentaje más elevado de víctimas y de cautivos.  Podríamos decir que un porcentaje del 98% se da en cristianos “activos” o apartados del Señor. 
En los que están apartados totalmente del Señor el adulterio, la fornicación y otro tipo de desórdenes sexual tales como la masturbación, orgías, pornografía y sadomasoquismo se vuelven normales y no sólo no se les condena sino que se les practica con avidez y desenfreno. En aquellos que continú
an como “creyentes activos” estos pecados son practicados silenciosamente y licenciosamente con auto conmiseración, se constituye pues en un círculo vicioso de caídas constantes y recurrentes, convirtiéndose la vida de esa persona en un acto total de hipocresía y de auto engaño.
tomado de cristianismo primitivo

serie ¿Como Ocurre el Enfriamiento espiritual?


I.-El principio de la realidad.


La vida del hombre siempre está regida por principios y leyes que Dios en su soberana voluntad ha puesto en este mundo. Lo mismo ocurre en el reino animal y lo mismo sucede en el reino espiritual. 
Tomemos como ejemplo los leoncitos recién nacidos, no importa si son leones o no, lo que cuenta es que aun no están preparados para sobrevivir en medio de una jungla tan sangrienta y peligrosa ya que dependen total y completamente de su padre, si así mismo dependen de su padre; no importa si su madre es experta cazando y nunca les falta provisión para comer si un día su padre es demasiado débil y ya no puede defender su manada de otros leones, los leones más fuertes y jóvenes matarán a los leoncitos sin ningún tipo de piedad para poder apoderarse de la manada ya que los leoncitos son peligrosos potencialmente hablando y una vez que llegan a ser adultos serán tan agresivos y voraces que serán capaces de todo tipo de ataques. 
De igual forma un día en nuestras vidas el amor de Dios se hace tan evidente que decidimos aceptarlo y seguirlo, pero al pasar el tiempo somos víctimas de nosotros mismos y como leoncitos recién nacidos aunque tenemos todo el potencial para ser vencedores ignoramos todos los peligros que nos acechan en nuestra nueva vida de cristianos y fracasamos vez tras vez en nuestros intentos de vivir para Dios como a Dios le agrada. 
Es así como día tras día somos vencidos y derrotados por el diablo, el mundo y la carne y poco a poco nuestras vidas se van opacando y comenzamos a vivir según nuestras propias ideas y normas, pero éste es un proceso inconsciente muy sutil y engañoso.  Por muchos años se nos ha enseñado que tenemos un adversario muy poderoso y que debemos tener cuidado de él, pero lo que no se nos ha enseñado es que ese adversario allá en el principio miles de años atrás inyectó en nuestras vidas su germen maligno, su propia naturaleza y eso es lo que la Biblia llama el “pecado que mora en mi”. Ya a esta altura de nuestras vidas hemos sido derrotados una y otra vez  y nos ponemos a pensar si en verdad Dios es tan poderoso o lo que es peor si El verdaderamente es real, lo que antes no podíamos ver con claridad ahora lo vemos, que el pecado es muy destructivo y poderoso y que por más que nos proponemos no pecar al darnos la vuelta ya estamos pecando y ofendiendo el nombre de Dios. Lo que no sabemos es que Dios está ahí con nosotros.  El nunca nos deja, desde que Dios nos puso en la palma de Su mano el día que decidimos entregar nuestras vidas a Cristo nunca nos ha dejado y nunca nos dejará, siempre ha estado al lado nuestro, lo más hermoso de esta realidad es que El permite todo esto en nuestras vidas porque nos está enseñando que el caballo se alista para la batalla pero de Dios es la victoria, esto quiere decir que nunca seremos más que vencedores si confiamos en nuestras habilidades o en nuestro conocimiento intelectual de la verdad. 
Es así como los meses van pasando y aun los años y vamos a la iglesia y ofrendamos y cantamos, incluso hasta “diezmamos” y mostramos que somos más que vencedores pero muy dentro de nosotros mismos sabemos que somos débiles y somos derrotados, vez tras vez; hemos acudido a siervos de Dios “ungidos” para que oren por nosotros y no importa lo que hagamos o dejemos de hacer somos perdedores y el pecado favorito que tenemos nos arrastra vez tras vez y poco a poco nuestras vidas se tornan miserables y sin fruto. 
Lo cierto es que nuestro primer amor es tan grande y poderoso que en cada caída nos levantamos y seguimos adelante como si nos pareciera que esa es la vida cristiana normal y que pronto dejaremos de ser derrotados y nos esforzamos más y más de forma tal que asistimos a casi todas las reuniones de la iglesia participamos incluso en el coro y no nos perdemos ningún estudio de la palabra pero seguimos descubriendo que vez tras vez somos derrotados y nuestra vida lentamente se torna cada día mas estéril y sin fruto, lo que es peor nuestros tiempos de victoria son muy cortos casi siempre estamos en derrota y el pecado que nos asedia una y otra vez nos persigue cual poderoso gigante y nos acorrala y nos tumba una y otra vez. 
Al pasar el tiempo ya hemos aceptado conscientemente que así debe ser la vida del creyente pero ahora ya no luchamos como antes, hemos dejado de orar y leemos la Biblia solo cuando tenemos un poco de tiempo pero eso si, no dejamos de ir a la iglesia porque nuestra reputación está en juego y qué dirán los hermanos y hermanas de la iglesia, mas aun si tenemos algún cargo dentro de la iglesia no podemos dejar de ir a la iglesia porque somos miembros importantes de la misma pero ahí no termina todo esto es solo el principio de la realidad…
tomado de cristianismo primitivo

viernes, 17 de junio de 2011

EL PROPOSITO DE JESUS

Jesús es la figura más importante en toda la historia de la humanidad. Él es Dios hecho carne, (Juan 1:1, 14; Colosenses 2:9), fue levantado físicamente de la muerte, El es Señor (Lucas 24:34; Juan 2:19-21) y Salvador (Hechos 5:30-32); Él vino a morir por los pecadores que habrían de ser herederos de la salvación y nos libero de la justa ira de Dios que había sobre nosotros (Romanos 5:8). Conociendo entonces el verdadero propósito por el cual El Hijo de Dios vino al mundo, la pregunta vital es la siguiente: ¿Eres tú un pecador? ¿Alguna vez has mentido, robado, codiciado, tenido lujuria o has juzgado a alguien injustamente? Si es así, entonces tú y yo hemos violado la Ley de Dios y somos culpables.
 
Dios ha dicho: “No robarás; No mentirás; No tendrás dioses ajenos delante de Mí; No asesinarás, etc.…” (Éxodo 20). Él ha dado el estándar de Su justicia y si tú y yo hemos violado cualquiera de sus mandamientos, entonces hemos quedado cortos con ese estándar y nos encontramos inevitablemente bajo el juicio de Dios. Al morir tendremos que enfrentar el veredicto de Dios y en el día del Juicio nos condenará por ser pecadores no arrepentidos.
 
¿Entendemos entonces, porque no debemos ni podemos dejar que los falsos maestros prediquen otro evangelio y otro Cristo?
 
la única verdad en todo el universo es que todo pecador necesita a Jesús. A Él solamente. No necesitamos obras (Romanos 3:10-12; Isaías 64:6), ni sinceridad ni tampoco bondad, no necesitamos ser ricos o ser hacedores de milagros (Mateo 7:21-23). La realidad es que todo hombre sin Cristo lo único que puede ofrecerle a Dios son sus pecados.
 
Ese es el mensaje central del evangelio, que Dios envió a Su Hijo al mundo para que todo aquel que cree en él no se pierda mas tenga vida eterna (Juan 3:16). Sólo por el amor y la gracia de Dios mostradas en Jesús y Su sacrificio hecho en la cruz del calvario es que tú y yo podemos ser librados de la justa ira de Dios.

En el Día del Juicio, Dios juzgará a todas las personas por los pecados que ellos han cometido contra Él. Él juzgará a todos los que han robado, mentido, codiciado, deshonrado a sus padres, etc. Dios hará esto porque Él es santo y justo y debe por lo tanto castigar al pecador.
 
Dios no podrá ignorar a la persona que ha violado Su justa ley. La ley es una reflexión del carácter de Dios; por lo tanto, violar la ley de Dios es ofenderlo y negar la santidad de Su carácter. Él será reivindicado, Él juzgará a todos con Verdadera Justicia.
 
La Biblia dice que todos han pecado y están alejados de la gloria de Dios (Romanos 3:23). Esto significa que nuestros pecados han causado una separación entre Dios y nosotros (Isaías 59:2) y el resultado es la muerte (Romanos 6:23) y la ira de Dios (Efesios 2:3). El único camino para ser salvo de la ira de Dios es ser salvo por la fe en Cristo (Efesios 2:8-9; Romanos 5:1). 
 
Tú y yo solo debemos creer en lo que Jesús hizo en la cruz para perdonarnos de nuestros pecados. No podemos creer en nada más ni en nadie más: ni aún en nuestra propia sinceridad o en nuestras propias obras. Es Jesús y sólo Él, que puede alejar el justo juicio de Dios sobre el hombre pecador.
 
El evangelio consiste en que Jesús murió por los pecadores en la cruz, fue sepultado y levantado de la muerte (1ª Corintios 15:1-4). Su muerte fue un sacrificio que aleja la ira de Dios (1ª Juan 2:2). Esta es la única manera de ser salvo.
 
Jesús es el único que murió por los pecados del mundo (1ª Juan 2:2). Él es el único camino hacia Dios el Padre (Juan 14:6). Él es el único que revela a Dios (Mateo 11:27). Él tiene toda la autoridad en el cielo y en la tierra (Mateo 28:18). Es sólo a través de Él que Tu y yo podemos ser salvos de la ira de Dios (Efesios 2:3). Él es el único que puede perdonar nuestros pecados (Lucas 5:20; Mateo 9:2). Él puede remover la culpa del pecado. Jesús puede liberarnos de la esclavitud del pecado que enceguece nuestros ojos, debilita nuestras almas y nos trae desesperación. Él puede hacerlo porque Él llevó el pecado en la cruz (1ª Pedro 2:24) y aquellos que creen en Él serán salvos.

Lamentablemente los maestros de la fe y de la prosperidad y demás falsos maestros… han pervertido este hermoso mensaje; y están predicando sus propias concepciones y sus propios intereses.